En toda vida laboral de un pedagogo, existen ciertos obstáculos que hacen un poco difícil la enseñanza en el aula, así como encontrarse con alumnos con alguna discapacidad, un problema de aprendizaje o un trastorno mental.
Un pedagogo con la preparación adecuada posee la capacidad de crear un ambiente social en el que el alumno se sienta seguro, para lograr las metas planteadas, partiendo del contexto social y familiar en el que se desenvuelve, ya que esto es el principal influyente en el aprendizaje del niño.
Partiendo desde una perspectiva en el que el alumno con una de las irregularidades presentes asiste a una escuela regular donde los profesores no están capacitados adecuadamente para enfrentar una problemática de ese grado, demostrando desinterés sobre el alumno.
Como pedagogo es necesario revisar los contenidos adecuados para incluir a un alumno con alguna irregularidad en un ambiente regular, demostrando todas las esperanzas del mundo, para crear una buena relación con mi educando y así poder transmitir los conocimientos suficientes y eficientes para que pueda desenvuelva de la mejor manera en su ámbito escolar, social y profesional en un futuro.
Desde la perspectiva de la integración, los fines educativos son los mismos para todos los estudiantes. No se tiene que comparar a los niños “deficientes” y “no deficientes”, los primeros con educación especial y los segundos con educación regular. Si las necesidades educativas de los alumnos se pueden representar en un continuo, la educación especial debe entenderse como un elemento más del conjunto de servicios con los que se busca dar respuesta a las necesidades educativas especiales.
Es ideal es que todos los estudiantes compartan los mismos espacios educativos y el mismo tipo de educación; lo que puede y debe variar es el tipo de apoyos que se ofrezcan a los niños con necesidades educativas especiales.
A raíz de este ideal, se crea El modelo de integración, estableciendo características específicas del contexto que con las limitaciones del propio estudiante. Es necesario insistir en esta cuestión.
El problema no radica en determinar los perfiles del alumnado para ser candidatos a integrarse en la escuela regular; la cuestión es analizar si las características de la escuela son las apropiadas para integrar a los alumnos.
Es muy difícil la integración de un alumno sin el apoyo de los profesionales de educación especial. Ellos son quienes orientan a las familias, al maestro y, en ocasiones, realizan un trabajo individual con el niño dentro o fuera del aula.
Y como pedagogo es suma importancia que cuente con los contenidos adecuados para tratar con ese tipo de casos dentro del salón de clases para favorecer un una mejor enseñanza, por lo tanto la integración es un proceso continuo en el que se busca el apoyo de todos los círculos sociales del estudiante llámese profesor, familia y amigos.
No se trata simplemente de trasladar a los niños de las escuelas de educación especial a la escuela regular y hacer desaparecer las primeras.
La integración educativa: integrar no es llevar (insertar) indiscriminadamente a los niños a las clases regulares, tampoco es eliminar las clases especiales o los materiales educativos especiales, ni mucho menos liberarse de los servicios de educación especial. Mientras las escuelas regulares no cuentan con todos los recursos adicionales para satisfacer las necesidades educativas especiales de algunos niños, las escuelas especiales serán el entorno menos restringido para estos alumnos.
El proceso inicia desde que el pedagogo muestra interés y preocupación no solo en el alumno, sino también con los padres de familia, revisando primero la discapacidad que el niño padece para que posteriormente pueda apoyar a los padres de familia con problemas emocionales que se presenten para así poder obtener una buena comunicación y que el niño también sea integrado
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