El self es, en lo fundamental, la capacidad de considerarse a uno mismo
como objeto; el self tiene la peculiar capacidad de ser tanto sujeto como objeto.
Como ocurre con todos los conceptos centrales de Mead, el self presupone un
proceso social: la comunicación entre los humanos. Los animales inferiores no
tienen self, ni tampoco los niños humanos cuando nacen.
El self surge con el
desarrollo y a través de la actividad social y las relaciones sociales. Para Mead, es
imposible imaginar un self sin la existencia de experiencias sociales. Sin embargo,
una vez que el self se ha desarrollado, puede seguir existiendo en ausencia de
contacto social. Una vez desarrollado el self, las personas lo manifiestan
por lo general, aunque no siempre. Por ejemplo, el self no aparece involucrado en
las acciones habituales o en las experiencias fisiológicas inmediatas de placer o
dolor.
El self está dialécticamente relacionado con la mente. Es decir, por un lado,
Mead afirma que el cuerpo no es un self y se convierte en tal sólo cuando la mente
se ha desarrollado. Por otro, el self y su proceso reflexivo es esencial para el
desarrollo de la mente. Por supuesto, es imposible separar mente y self, porque el
self es un proceso mental. Sin embargo, aunque podamos considerarlo un
proceso mental, el self es un proceso social, entonces, es
simplemente otro aspecto del proceso social general del que el individuo forma
parte.
El mecanismo general para el desarrollo del self es la reflexión, o la
capacidad de ponernos inconscientemente en el lugar de otros y de actuar como
lo harían ellos. A resultas de ello, las personas son capaces de examinarse a sí
mismas de igual modo que otros las examinan a ellas:
Es mediante la reflexión que el proceso social es internalizado en la
experiencia de los individuos implicados en él; por tales medios, que permiten al
individuo adoptar la actitud del otro hacia él, el individuo está conscientemente
capacitado para adaptarse a ese proceso y para modificar la resultante de dicho
proceso en cualquier acto social dado, en términos de su adaptación al mismo.
(Mead, 1934/1962)
El self también permite a las personas participar en sus conversaciones con
otros. Es decir, uno es consciente de lo que está diciendo y, consecuentemente,
es capaz de controlar lo que está diciendo y determinar qué es lo siguiente que va
a decir.
La condición del self es la capacidad de los individuos de salir (fuera de sí) para poder evaluarse a sí mismos, para poder convertirse en objetos para sí. Para
lograrlo las personas suelen ponerse en el lugar que los demás las ponen. El
hecho es que cada persona constituye una parte importante de esa experiencia, y
las personas deben tomar en cuenta si son capaces de actuar racionalmente en
una situación determinada. Una vez hecho esto, intentan examinarse a sí mismas
impersonal, objetivamente y sin emoción.
Sin embargo, las personas no se experimentan a sí mismas directamente.
Sólo lo logran poniéndose en el lugar de otros y contemplándose desde ese punto
de vista. Logran hacerlo poniéndose en el lugar de otros individuos determinados
o contemplándose desde el punto de vista del grupo social en su conjunto.
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